CEGUERA O LUZ
Por John C. Miller

Un domingo por la mañana mientras transitaba por la ruta hacia la iglesia, vi algo que me llamó la atención; un hombre ciego estaba al costado del camino. ¿Cómo sabía que era ciego?, por su bastón blanco. Estaba hablando; ¡quién sabe qué! Los ruidos de los autos que pasaban llegaban hasta él, miré y no había nadie a su alrededor para escucharlo o ayudarlo a cruzar. Trataba de llegar a su objetivo, pero no hubo nadie para socorrerlo. La persona más cerca estaba a una cuadra y media. Tendría que esperar hasta recibir ayuda.
Entonces, recordé aquel hombre que nos narra el libro de Marcos capítulo 10. Él también era ciego y estaba junto al camino. Una multitud estaba cruzando y caminando con Jesús. Ese hombre ciego, llamado Bartimeo, tenía una necesidad muy grande. Pero mejor leamos lo que allí dice:
"Entonces llegaron a Jericó. Y cuando él iba saliendo de Jericó junto con sus discípulos y una gran multitud, el ciego Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando".
No sólo era ciego pero también mendigo. Su ceguera lo había llevado a mendigar. Estaba a la merced de que alguien le pueda dar algo, ya que por sí mismo no podía conseguirlo. Contaba con la esperanza de recibir un poquito aquí y un poquito allá.
Cuando este hombre oyó que Jesús pasaba por allí, en medio de esa gran multitud que hacía ruido, hizo lo único que estaba en sus posibilidades, clamó a gran voz: "¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!" (Mar 10:47). No podía ver a Jesús. No sabía dónde dirigirse. No sabía cómo alcanzarlo, pero sí pudo elevar una gran súplica...
Cuántos creyentes se asemejan a ese hombre. No saben cómo ir a la presencia de Dios, pero cuando hay ruido y otros van más o menos saben moverse en esa dirección y quedar allí. Sí tendrían que ir solos, jamás podrían llegar. No tienen la luz que da entendimiento. No saben cómo tocar a Jesús.
Es aquí donde la oración del apóstol Pablo cobra vivencia. "No ceso de dar gracias por vosotros, recordándolos en mis oraciones. Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él; habiendo sido iluminados los ojos de vuestro entendimiento, para que conozcáis cuál es la esperanza a que os ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos (Efesios 1: 16,17,18).
Cuando Bartimeo se enteró quién era el que allí estaba,
pese a aquéllos que querían hacerlo callar, más fuerte gritaba aún: "Hijo de David, ten misericordia de mí". Jesús se detuvo y mandó a llamarlo. Aún hasta este punto estuvo supeditado a que alguien lo ayudara; alguien que podía ver, alguien que supiera dónde estaba su mano y dónde estaba Jesús, y lo acercara.
Llevarlos a Jesús...¡Qué hermoso trabajo para aquéllos que tienen luz!... Poder conducirlos a El, que es la luz, a quienes claman y desean encontrarla.

RECONOCIMIENTO

El ciego podría haberse hecho pasar por un vidente, parado bien erguido como si no le importara lo que estaba haciendo la multitud, para que nadie pensara o supiera que él era ciego. Sí, podría haber pasado como un vidente, pero él sabía que era ciego. Reconocía su condición, por lo tanto, clamó.
Jesús mandó a alguien que lo tomara de la mano y lo trajera hacia Él, y su pregunta al ciego fue:
-¿Qué quieres que te haga?
-Maestro, que recobre la vista.
-Vete, tu fe te ha salvado.
Recobró la vista y siguió a Jesús en el camino.
Poder ver es algo valioso, así como el poder oír. Oír es el primero de los sentidos en desarrollarse en los hijos de Dios.
Juan 10:27 dice: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen". Cuando se puede oír, se puede seguir a la multitud, se puede ir tras la voz del Señor. Pero con sólo oír la oveja está incapacitada, necesita también ver. Sin vista se puede extraviar fácilmente, puede errar el camino. Ciertamente no podría nunca caminar por una cornisa o por lugares peligrosos. Mucho menos podría ser un líder entre las ovejas; nadie la seguiría. No sería un buena guía, tendría que estar el resto de su vida siguiendo a las otras ovejas, tocando con su naricita el costado o cola de la oveja que está adelante suyo.
La luz es unas de las cosas más importante en nuestro mundo. La base de la vida ecológica radica en la luz solar. Muchos planetas tienen agua, tienen minerales, tienen lo que la tierra tiene pero carecen de ese elemento necesario para que se produzca la fotosíntesis en las plantas, para que toda la rueda de la vida pueda girar. Sin luz terminaríamos en un planeta desértico. La luz está envuelta en cada uno de los procesos de la vida.

LUZ VS. TINIEBLAS

Isaías 60:2 nos dice: "Porque he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra; y la oscuridad, los pueblos. Pero sobre ti resplandecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Entonces las naciones andarán en tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer".
El Señor no sólo promete luz sobre su pueblo sino también la capacidad para ver en medio de las tinieblas. Esto será lo que nos guardará en tiempos venideros, la capacidad de ver, porque nos advirtió acerca de las grandes tinieblas que vendrán. ¡Qué favor!, poder ver en medio de las olas de tinieblas que cubrirán la tierra.
2Corintios 4:4 nos dice: "Pues el dios de esta edad presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no les ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios".
Estamos entrando en el siglo venidero, y al dios del siglo venidero ya le ha sido dada libertad para actuar. Los tremendos cambios en el mundo ya lo estamos viendo. El mundo que nuestros ojos verán será totalmente distinto del que hemos conocido hasta ahora. El mundo en el cual van a vivir nuestros hijos será ciertamente distintos. El Dios de ese siglo también va a cegar el entendimiento para que no resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es a la imagen de Dios.

LUZ VS. INCREDULIDAD

Según leemos en Marcos 8: 17,18 las tinieblas están asemejadas en este pasaje a la incredulidad, y la luz a la fe. La falta de luz es evidenciada por la incredulidad. Jesús dijo a sus discípulos en el pasaje citado que ellos no tenían entendimiento, no comprendían, no podían ver y tenían endurecido el corazón por causa de la incredulidad.
Leemos en el libro de Romanos 11:7-8: "¿Qué, pues? Lo que Israel busca, eso no alcanzó, pero los elegidos sí lo alcanzaron; y los demás fueron endurecidos, como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos para no ver, y oídos para no oír, hasta el día de hoy". La falta de luz, provoca incredulidad y estupor también; una total pérdida de la agudeza de los sentidos. La falta de luz provoca somnolencia, en tiempos peligrosos y críticos.
Recordará que en la sucesión profética se hace mención primeramente al profeta Elías y seguidamente al profeta Eliseo. Cuando estaban ambos por cruzar el Jordán, lugar donde Elías partiría y lugar donde se vería si Eliseo, que era el discípulo de Elías, iba a poder llevar adelante el manto profético; si éste sería una luz que alumbraría a la nación de Israel.
Por muchos años, sino por décadas, vengo rogando a Dios que cuando llegue el día en que la vida de aquellos que han sido luz en su generación sean quitados, Él me conceda ser uno de aquellos que pueden ver. Elías dijo: "Cosa difícil has pedido, pero si puedes ver...". ¡Cosa difícil es ver! ¡Gracia de Dios¡ Yo quiero esa gracia.
2 Reyes 2:11,12: "Aconteció que mientras ellos iban y conversaban, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego los separó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino. Eliseo, al verlo, gritó: ¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel, y sus jinetes! Nunca más lo vio. Y agarrando sus ropas, las rasgó en dos partes. Entonces Eliseo recogió el manto de Elías, que se le había caído, y regresó".
Elías se estaba muriendo y en el mismo instante de su muerte, Eliseo dijo: Veo, veo. No vio un hombre que moría, vio lo invisible. Pudo ver lo que otros no ven. Pudo ver que hay algo más allá de la muerte. Pudo ver la realidad del cielo. Pudo ver el carro de fuego que llevó a Elías hacia el cielo. Con razón dijo Elías: "Cosa difícil pides, si ves cuando yo me voy...". ¡Y lo vio!
Paso el tiempo...llegó otra vez la ocasión cercana al tiempo en el cual el profeta Eliseo terminaba su ciclo y debió dejar paso a un sucesor...quizá Giesi, su siervo.
Detengámonos especialmente un momento ante una situación que nos hablará mucho de futuros acontecimientos...
Un día se levantó el siervo, salió de su carpa y allí estaban ante un eminente peligro. 2 Reyes 6:8,17 nos narra los detalles que llevaron a tener que enfrentar el profeta y su siervo.
"El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y tomó consejo con sus servidores, diciendo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Pero el hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: "Guárdate de pasar por tal lugar, porque los sirios van a descender allí". Y el rey de Israel enviaba gente al lugar que el hombre de Dios le indicaba y advertía, de modo que tomaba precauciones allí, no una ni dos veces. Entonces el corazón del rey de Siria se turbó por esto, y llamando a sus servidores les preguntó: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros está de parte del rey de Israel? Entonces respondió uno de sus servidores: Ninguno, oh mi señor el rey; sino que el profeta Eliseo, que está en Israel, le declara al rey de Israel las palabras que hablas en tu dormitorio. Entonces él dijo: Id, mirad dónde está, y yo enviaré a capturarlo. Le informaron diciendo: He aquí, está en Dotán. Y el rey envió allá gente de a caballo, carros y un gran ejército, los cuales llegaron de noche y rodearon la ciudad. Cuando el que servía al hombre de Dios madrugó para partir y salió, he aquí que un ejército tenía cercada la ciudad con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ay, señor mío! ¿Qué haremos? El le respondió: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Entonces Eliseo oró diciendo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Jehová abrió los ojos del criado, y éste miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo y carros de fuego, alrededor de Eliseo. Entonces Eliseo oró diciendo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Jehová abrió los ojos del criado, y éste miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo y carros de fuego, alrededor de Eliseo".
Bien sabía el rey de Siria dónde estaba el peligro. No en los carros de Israel. No estaba el peligro del enemigo en la diestra de los guerreros israelitas. ¡No!, ¡no! La fuerza de Israel estaba en la visión profética. Allí es donde radicaba el secreto de su fuerza.
Se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios. ¿Se imaginan la sorpresa? Levanta la solapa de la carpa, sale a buscar agua, se resfriega los ojos y ve todo un ejército sitiándolos, gente de a caballo y carros. El criado rápidamente entró y le dijo al profeta:
-¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos?".
-¡No tengas miedo!, respondió el profeta. Ni siquiera salió a mirar.
-¡Este hombre está loco! Siempre hace cosas de locos, pero ahora sé que ha perdido totalmente la razón. Delira. No se da cuenta que somos poco y el ejército allí es poderoso. Cree que con pensar positivo todo estará bien. ¿Acaso por decir: Más están con nosotros que con ellos, la victoria es nuestra? - puedo casi escuchar la avalancha de pensamientos dentro de Giesi.
-No tengas miedo Giesi, pon las miras en las cosas del cielo. Más están con nosotros que con ellos.
2 Reyes 6:17: "Entonces Eliseo oró diciendo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Jehová abrió los ojos del criado, y éste miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo y carros de fuego, alrededor de Eliseo".
¡Qué paz trae el poder ver! El varón de Dios estaba en perfecta paz en medio de tan extenuante circunstancia. No había temor en él, veía... Y el poder ver le traía fe. Mientras que el siervo estaba atemorizado, no podía ver, no tenía fe ni paz.
"Y cuando los sirios descendieron hacia él, Eliseo oró a Jehová y dijo: Te ruego que hieras a esta gente con ceguera. Y los hirió con ceguera, conforme a la palabra de Eliseo (2 Reyes 6:18).

REVELACION

El abrir de los ojos trae consigo también entender las Escrituras y ver en ellas una verdadera mina de oro. ¡La ley seca a veces se vuelve una maravilla! Salmo 119:18, "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley". Quiere decir que hay maravillas que no se pueden ver a menos que los ojos sean abiertos.
En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu Santo y dijo: "Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó " (Lucas 10:21). El ver no lo convierte a uno en sabio y entendido, todo lo contrario, lo convierte en un niño. ¿No dijo Jesús acaso que si no nos volvemos como niños, no podemos entrar en el reino de los cielo? Aquel que ve es mas niño, es más ingenuo. ¡Qué ingenuo sonaba el profeta, todo un ejército y dijo que ganarían. Las estadísticas dicen...las tendencias dicen...la sabiduría y el entendimiento dicen... Él lo revela a aquellos que son como niños.
"Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre. Nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Volviéndose a los discípulos les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron" (Luc 10:22,24). Esto se lo dijo el Señor en privado a un grupo de sus discípulos.

LIMPIEZA Y AMOR

Otra de las características del que anda en luz o del que ve es aquello que nos señala 1 de Juan 1:8: "Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado ( 1Juan 1:8) La sangre de Cristo Jesús lo limpia y camina limpiamente.
Y el último punto que destacaré es la capacidad que tendrá aquel para amar.
El que anda en luz ama aun a sus enemigos. El que anda en luz no permite aborrecimiento para aquellos que lo hieren. Porque claramente las Escrituras nos enseñan que el que odia a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas; y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos" (1 Juan 2:11).
Tinieblas es igual a ceguera. Luz igual a vista, videncia.
"Andad en luz. Dios es luz y no hay ninguna tinieblas en El" (1Juan 1:5)
Yo quiero andar en luz, quiero que los ojos de mi entendimiento sean abierto y permanezcan abiertos.

REGRESAR A INDICE ARTICULOS