REVISTA
RHEMA
DOS
ORDENES, DOS ENSEÑANZAS
Por R. Edward Miller
Bill Sunday, el gran evangelista
norteamericano de principios de siglo, quien fue
un buen jugador de béisbol en su mocedad, se
transformó en un fervoroso representante del
Señor. Llamaba la atención de la gente
afirmando con frecuencia: "haré retroceder
al mismísimo diablo peleando desde este
púlpito." Quizá hoy pueda yo agregar:
peleando desde estas páginas.
Acompáñeme por favor en la lectura...
"Porque no tenemos lucha contra sangre ni
carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gober-nadores de las
tinieblas de este siglo. Contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para
que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estad firmes. Estad firmes, pues,
ceñidos con la coraza de justicia. (Efesios
6:12).
Ahora agreguemos a lo anteriormente leído otro
versículo del mismo capítulo: "...ceñidos
vuestros lomos con la verdad" (Efesios 6:14)
Antiguamente la gente se vestía soste-niendo sus
ropajes con una faja; sin ella se les caían los
pantalones y se abrían las ropas.
En algunos libros de historia se cuenta que un
tal general de la antigüedad, seguro de lograr
la victoria, ordenó a varios de sus emisarios
cruzar las líneas enemigas hasta llegar a su
campamento y cortar todas esas fajas mientras
dormían. A la mañana siguiente, cuando se
despertaron, las fajas estaban inutilizadas y no
pudieron entrar en acción.
ERDAD
Creo que ésta es una excelente ilus-tración
si la aplicamos al versículo citado, al acto de
asir la verdad que nos sostiene y protege. Es
más importante de lo que usted piensa. No se
puede pelear sin esto.
Debemos pues estar firmes en la verdad. Debo
fundamentar mi vida en la verdad. La verdad me va
a apoyar, me va a acompañar en la batalla, y
recuerde siempre que si la faja se corta, habrá
problemas.Y San Pablo nos recuerda: "estad
firmes, ceñidos vuestros lomos con la
verdad."
La Palabra del Señor supera mis actos; supera mi
propio juicio. Lo que tiene permanencia es su
VERDAD, y no necesita de mi comprobación, ya sea
para bien o para mal.
Podría predicar un hermoso sermón acerca de la
fe y más de una vez me lo he predicado a mí
mismo en tiempos de juicios y pruebas. ¿Por
qué? ¿Cree usted que lo que a mí me pasa puede
demostrar que Dios no existe? Por supuesto que no
es así. Esto nada puede comprobarnos, porque se
trata de un breve instante de mi vida que es tan
minúscula, tan pequeña.
Cuando el apoyo está en su verdad, es mucho más
fácil mantener la firmeza que cuando uno se
lleva por experiencias indivi-duales.
Su palabra permanecerá, por milenios. Él es el
Espíritu de Verdad.
Hay tantos libros acumulados en las estanterías
que nos relatan las experiencias de la gente.
Podría usted comprarlos por docenas. Las
experiencias son valiosas para quienes las han
vivido, pero no quiere decir que esas mismas
experiencias se trasladen y repitan en otros.
Tampoco debe usted seguir sus pasos.La verdad no
reside en la experiencia de la gente; la verdad
está en la Palabra de Dios que fue revelada a
los hombres que fueron ungidos a tal fin por el
Espíritu Santo.
Ignoro lo que sucedió en la vida de Amós ni
cuánto tiempo vivió, fue un profeta; sin
embargo, Dios sólo le permitió escribir siete
capítulos.
El profeta Abdías, por ejemplo, escribió un
capítulo solamente. Conozco varios hechos de su
vida por los relatos, pero él no escribió su
autobiografía, ni sus experiencias per-sonales,
sino lo que el Espíritu Santo puso en su
corazón: ¡ESCRIBE!. Entonces la unción se
manifestó con fidelidad.
La verdad tocó a éste, a aquél y a aquél otro
parcialmente. Algunas personas brindaron más,
otras menos, eso es todo. No tenemos que
llevarnos por la experiencia ajena, sino que
tenemos que seguir SU PALABRA, y aprender a
conocer LA VERDAD.
Según sé, en otros tiempos, tal vez hace unos
200 años ya, hubo libros que realmente fueron
para atesorar; deberían tratar de con-seguir
alguno de ellos; deberíamos abrirnos paso, yendo
a través de las aguas de su contenido. Fueron
muy populares en su tiempo, porque la gente
estudiaba profun-damente los asuntos de Dios. Sus
textos manifestaban la verdad de una forma clara;
eran testimoniales y estaban bien escritos.
En la actualidad, las mentes más brillan-tes del
siglo XX están en la ciencia y en la
electrónica. Pero hace doscientos años, la
excelencia intelectual se manifestó en la
religión. Imagínese!. Las mentes más
brillantes de aquellos a quienes hoy podemos
señalar como los seres humanos más destacables
de la ciencia, estaban en la religión. Tenían
la capacidad de meditar e investigarlo todo.
No podemos contar con esas mentes actualmente en
el área de la religión y nos dejamos influir
por las experiencias humanas. Uno no debe dejarse
llevar por la experiencia ajena. Hay algo que va
más allá de la información que se escribe y
lee en los textos, y se trata de LA REVELACION
DEL ESPIRITU SANTO y de LA PALABRA DE DIOS, ya
sea porque su Espíritu nos la dicta directamente
al corazón o la hace manifiesta en nuestras
vidas. Lo que necesitamos es la luz de la verdad.
Esta es la que nos mantendrá firmes en las
oscilaciones de la vida.
Dios dijo a Ezequiel en el Capítulo 3:1
"come este rollo"; y él así lo hizo.
Pero los demás no lo hicieron y no pudieron
entonces asimilar el contenido. Y por eso se
sintieron con la libertad de hacer cualquier tipo
de cosas, cuando se les daba el beneplácito. El
mensaje no formó parte de sus vidas, ni se
convirtió en la base de su comunión con Dios.
Todo lo hicieron a su manera y de acuerdo con su
conveniencia, entonces, ¿qué sucedió? :
simplemente se cortó el lazo con la verdad y
toda la estructura de sus vidas se derrumbó.
Dios nos guiará siempre en dirección a la
verdad, pero necesitamos aprender acerca de
"la verdad" para luego permanecer
firmes en SU VERDAD y respetar SUS ORDENES.
IRMES
Cuando el Señor habló a Moisés en Éxodo
14:13 dijo " ... no temáis, estad
firmes"; y en Efesios 6:13 " ...
habiendo acabado todo, estad firmes". No
estaba pidiendo algo, sino ordenándolo.
¿Escuchó lo que dije? ¡No le está pidiendo
que haga algo, sino ordenándole que lo haga!
Su palabra está en imperativo.
Mientras tanto, ¡espere sus órdenes! ; no
ataque, no haga absolutamente nada.
Por casualidad, me puse a leer algo de historia
antigua china. Me sorprendió conocer cuántas
batallas y guerras se libraron en este período
histórico. China estaba desunida y como Dios
estaba guiando su destino hacia la unificación,
los comandantes y los principitos tenían la
ambición de ser alguien. Dios los llevó hasta
el punto de convertirlos en una nación
unificada. Pero, muchas batallas se perdían
porque cuando un general recibía la orden de
permanecer en un lugar y guardar la posición,
ese general decidía que era mejor salir a
pelear. En consecuencia, perdían la guerra.
Muchas veces tuvieron que enfrentar una gran
derrota por el simple hecho de que a un general
se le antojó desechar una orden. Nosotros no
somos generales, tampoco damos las órdenes,
solamente las obe-decemos.
Pues bien, hemos llegado hasta aquí en la lucha.
¿Y ahora qué? Dios nos libró de Egipto, nos
hizo cruzar el Mar Rojo. ¿Y ahora qué? ¡ESTAD
FIRMES, SIN ABANDONAR POSICIONES, porque si se
mueve, el enemigo avanzará hasta reconquistar la
tierra.
No importa donde esté, ni cuán lejos haya
llegado; guarde su posición defendiéndola hasta
que Dios les dé más y reciba sus órdenes. Su
mensaje fue: "Estad firmes hasta que veáis
la salvación del Señor."
Y esa espera puede ser prolongada. . . y nosotros
somos demasiado impacientes. Queremos ver que
todo sea hecho de inme-diato, después de todo
Él nos dejó la promesa, ¡aleluya! Pero, si
nada sucedió al anochecer, decimos: ¡Oh, esto
es mentira, mejor olvidémonos!
Recuerdo un testimonio. Yo era niño. Había una
mujer que estaba seriamente discapacitada. Tenía
inutilizada una de sus rodillas. No podía
caminar. La trajeron para orar por ella y Dios la
sanó; iba y venía entre la congregación y todo
el mundo estaba contento. A la mañana, al
despertar, se dio cuenta que tenía nuevamente el
problema. ¿Qué creen ustedes que hizo ella?
Comenzó a alabar al Señor, se asió de una
silla, apoyó su pie en ella y anduvo por toda la
cocina arrastrándola a la vez que alababa al
Señor, pidiendo sanidad. Antes de finalizar la
mañana, ocurrió el milagro. Todo le fue bien a
partir de ese instante. No permitió que el
diablo le robara la victoria. Tampoco, estuvo
dispuesta a que el enemigo recuperara lo que Dios
le había otorgado, aprendió el valor de la
frase: "habiendo hecho todo, estad
firmes".
Guarde lo que tiene, alabe a Dios por ello,
manténgase en fe, sabiendo que le pertenece.
"Tengo esto porque Dios me lo ha dado, y
también me dio la fe para conservarlo, entonces
permaneceré firme."
Defienda lo que tiene. No se lo entregue al
diablo. No debemos permitir que nuestra mente
avive en nosotros miedos, preguntas y pánicos.
Recuerde: después de hacerlo todo, estad firmes.
¿Y qué fue lo que ellos vieron según el relato
bíblico? Que se acercaba una tormenta; sopló un
fuerte viento del sector este durante la noche y
tuvieron que luchar para que no se volaran las
carpas. Realmente la situación no pareció tener
que ver con la salvación. "No teman, todo
está bien; sólo permanezcan firmes donde
están". Este es el VERE-DICTO de Dios.
Quizá está solo a punto de que todo se lo lleve
el viento y el temporal. El enemigo parece que lo
tragará como los pollos tragan los granos de
maíz.
UARDE SILENCIO
También Moisés se los dijo. ¿Lo recuerda?
"Quédense quietos y estén firmes"
Y cuando amaneció, pudieron ver que frente a
ellos se había abierto un hermoso sendero a
través del mar y que el viento lo había secado
para facilitarles el paso. El lodazal había
desaparecido. Permanezca usted firme y también
lo verá.
¿Qué sucederá si permanece firme, si permanece
en la verdad, si no se entrega? Oye un grito en
la noche, que suena en la obs-curidad. Sí,
siente que hay una emboscada aguardándole. Usted
sabe que no es Dios quien pone las trampas.
Entonces... perma-nezca firme en la verdad, en fe
y conocerán el gozo de Dios. Y también tendrá
victoria porque habrá confiado en Su obrar una y
otra vez.
Piense un poco: si hubiera enemigos en los
alrededores, tratando de tomar el lugar, ¿se
iría usted a dormir? De ninguna manera. ¿No
cree que el diablo sabe bien cuando Dios les da
una promesa? ¿No se les ha ocurrido pensar que
él sabe cuando la luz de Dios les va a llegar y
que ve cuando un rayo atraviesa el cielo
estrellado hasta tocarle el corazón? Sí,
¡claro que lo sabe! Y ahí es cuando el enemigo
se pone a trabajar.
Si algo quiero resaltar es lo siguiente: espere
el tiempo, permanezca firme, es un tiempo de
pruebas. Es el tiempo del diablo, el turno del
enemigo. Va a tratar de disputar lo que les
pertenece. Va a tratar de quitarlo del medio; va
a tratar de alejarlo.
El diablo es un ladrón; lo único que busca es
robar y cuando venga, cometerá robo a mano
armada, no lo dude. Hará lo imposible para
quitarle el gozo. La Palabra de Dios es filosa.
También son filosas las palabras del diablo y
las arrojará sobre usted poderosamente, cargadas
de duda, maldad y temor.
¿Sabe usted cuáles han de ser las primeras
palabras del enemigo? Son las primeras palabras
que ha dicho y repetido por las edades:
"¿Te ha dicho eso Dios?
¿Realmente Dios te lo dijo? ¡Vamos! Si Dios te
dijo eso; entonces ¿cómo puede ser esto?"
"Si Dios te dijo eso, en realidad quiso
decirte otra cosa."
Hay una bella canción que dice: "Dios
cuidará de ti." Se trata de una dulce
canción. Pero no fue tan dulce para cierto
caballero que había finalmente logrado huir del
Señor y muy casualmente, una mañana, decidió
concurrir al culto, sin saber por qué. Cuando
ingresó al salón el coro estaba cantándola.
Repetían y repetían la estrofa: "Dios
cuidará de ti..." hasta que él pudo
reconciliarse con el Señor y darnos su
testimonio.
Como verá, siempre enfocamos las cosas desde dos
ángulos; y la excelencia del diablo está en
permitir que así suceda. "Sí, claro, Dios
te dijo eso pero en realidad sucedió lo
otro." ¡Oh! Entonces nos sentimos
defraudados. Y el diablo otra vez a la carga
continúa diciendo: "¿Has visto? Esto no es
para todos, esto no es para ti; este lugar no te
pertenece."
Lo que quiero decir es que el diablo sabe que
usted tiene la promesa; él sabe bien cuando Dios
les ha concedido algo y se empeña en
quitárselo, cualquiera fuere el precio; y no hay
nada más que hacer.
SPERAR
Y si la pregunta es: ¿qué debemos hacer
ahora? Contesto: esperar, ofreciendo resistencia;
y esperar en Él, obviando la interpretación del
diablo.
Dios dice: "confía en mí, hasta renovar
tus fuerzas, y luego prepárate para andar
conmigo, incansablemente."
¿Y cómo lo lograré? "Simplemente aguarde,
espere; dele tiempo a Dios. En su tiempo, Dios
hará todo hermoso.
Imagínese: durante todo la noche los judíos
tuvieron al poderoso ejército egipcio a sus
espaldas, pero ellos no pudieron acer-carse. A
pesar de estar apenas a unos doscientos metros de
allí, no pudieron acercarse porque Dios había
puesto una cortina de obscuridad entre ellos. Los
judíos tenían suficiente luz y podían ver
todo. Sin embargo, no se movían por el temor.
Tuvieron que obedecer órdenes porque no había
nada más que hacer. Permanecieron firmes. El
temeroso pueblo judío estuvo protegido a lo
largo de toda la noche. Y cuando se desper-taron
a la mañana siguiente, exclamaron: ¡Dios,
sucedió como tú lo dijiste, como tú lo
prometiste! ¡Somos salvos! ¡Estamos libres!
Ellos atravesaron el Mar Rojo y ni siquiera se
detuvieron para recoger conchillas marinas; no se
detuvieron para recoger absolutamente nada. Yo
tampoco lo hubiera hecho, y menos aún, teniendo
a semejante ejército a mis espaldas.
Pudieron cruzar y llegar a la otra orilla y al
mirar atrás, tratando de ver lo que estaba
haciendo el enemigo, las aguas se cerraron,
"y no lo vieron nunca más."
Dios nos dio motivos para que perma-nezcamos
firmes en Él, a saber: el cono-cimiento de
Cristo Jesús; el Bautismo del Mar Rojo y la
compañía de su Presencia. Y también nos dejó
la promesa de llevarnos y guiarnos, y la promesa
final de que cuando atravesemos las Puertas de
Perlas, nunca más veremos al enemigo.
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