REVISTA RHEMA


VENGANZA
Por Sally Hayes

 

"La venganza es mía", dijo el Señor. Y, es justo que así sea. A nosotros los bípedos, no se nos podría confiar semejante poder. Cada vez que leo el relato de Jesús, cuando arrastrando al diablo por el cielo, lo pone en ridículo, verdaderamente me pone los pelos de punta. Si la secuencia está editada en vídeo cuando llego al cielo, me encantaría verla. ¡Estoy ansiosa por ver la grande escena!; el momento en que acontece la venganza final y el diablo y sus ángeles reciben su castigo. Ustedes saben, cuando el diablo es arrojado al lago de fuego y toda esa historia. Mientras tanto, aunque la venganza y el castigo son de Dios, tengo la creencia que Él, de tanto en tanto, nos deja participar un poquito en el asunto y del posterior sentimiento de satisfacción; todo ello con Su cuidadosa supervisión, por supuesto. Paso a relatar mi aventura y dulce venganza...
Todo comenzó con una plática privada con Dios; ¿¡Privada!? ¡Ja! ... En aquel momento no reparé en la presencia del demonio infernal que lleva el rótulo de "duda", que muy engreído él, había tomado asiento en el banco de los suplentes. No solamente estaba escuchando a hurtadillas sino que también vitoreaba mi oración. Así es, se trata del caso típico; uno le echa la culpa al diablo, diciendo: "él fue, él me obligó a decirlo"... Realmente, debería haberme hecho unas gárgaras con Drano (*) antes de abrir la boca.
Desde entonces aprendí mi lección y guardo una botella de colutorio en el armario de oración para usarlo antes de decir palabra alguna.
Comencé por emitir un discreto rugido: ¿Por qué jamás contestas mis oraciones?!!! Si al menos contestaras una pobre oración, quizá mi fe podría ser un poquitín más intensa; igualmente mi actitud y gozo , paz, amor y paciencia podrían estar en un nivel más elevado. El llamado del teléfono interrumpió descortésmente mi pregunta. Mi dulce hora de oración tendría que esperar. Ante mi sorpresa, mi pagana cuñada Linda, la esposa de mi pagano hermano Kim, estaba al teléfono. ¿Qué querría? ~ Después de todo, no los había visto por casi doce años. ~ Lo primero que Linda dijo fue...
"¡Siéntate Sally!".
Me senté.
"¡Prepárate!".
Me preparé.
"¡Respira hondo!".
Inhalé.
"¿Estás lista?".
NO... ¡Para nada!
"¡Tu hermano y yo hemos aceptado a Cristo; nos hemos convertido al Cristianismo!".
¡Nooo ...! exclamé yo.
¡Sííí ...! ella respondió.
Fue entonces que lo vi de reojo por primera vez; El diablillo había perdido su mueca burlona y comenzó a entrar en pánico; temblando se tapó las orejas con los dedos...
"¡Ajá!". Dije al descubrirlo.
Y él contestó, "¡EEK!".
"Me habías hecho creer que mi hermano estaba fuera de alcance".
Tartamudeando, respondió, "Y bien ... yo ..."
"¡Mentiste!", lo acusé bruscamente.
"Yo soy un demonio, ¿Qué esperabas?, ¿La verdad?".
"¡Ummn! Ese punto fue para él.
Cambié de tema y volví a charlar con Linda quien ahora no sólo era mi cuñada, sino también mi hermana en el Señor. Luego de cortar la comunicación, corrí para buscar mi Biblia. La abrí donde estaba la promesa que Dios me dio para mi familia unos años antes. Yo sabía que había anotado una fecha junto al versículo y también sabía (lo percibí en mi cuerpo espiritual) que esa fecha coincidía con la de nuestra conversación: 7 de noviembre.
Encontré el versículo. . . Y bien, ¡Mi afinada percepción quedó hecha añicos! Qué más daba si las fechas no coincidían, mi hermano y su esposa ya eran salvos y me regocijé conjuntamente con los ángeles; al mismo tiempo le saqué la lengua al demonio de la "duda", disfrutando inmensamente al verlo de nuevo en la retaguardia.
Podrán catalogarme de inma-dura, de rara, ¡Es algo que me tiene sin cuidado! Tal como Jesús arrastró al vencido y humillado diablo por todo el cielo, pedí permiso para arrastrar al ahora encadenado pequeño "Beelzebublette" por todas partes.
En la primera conversación que mantuve con mi hermano, luego que su esposa me informó lo sucedido, me aseguré que mi cautivo demonio estuviera escuchando. Cuando Kim vino al teléfono, honestamente esperé que dijera simplemente, "Hola" Debo admitir que mi encadenado compañero me había prácticamente convencido que mi hermano se moriría de risa por la broma que exitosamente ambos me habían hecho sobre el tema de la conversión. Sin embargo, en lugar de un simple "Hola", escuché el "¡ALELUYA de Haendel!" Pegué la oreja de Míster Duda al tubo para que él también pudiera oír a mi hermano cantando. Fue una dulce venganza.
Un hecho tan transcendental merecía una largamente postergada visita de mi esposo y yo. Asimismo, la del pequeño Mr. Duda.
Los tres volamos de Georgia a Canadá: David y yo nos sentamos en la cómoda clase turista pero el demonio Mr. Duda en cambio, fue a parar al equipaje. Una vez a destino, ya en el living de la casa, froté la nariz de Mr. Duda en las palabras de mi ex pagano hermano, allí pronunciadas: "¡Siento una gran pasión por Jesús!".
La última vez que oí nombrarlo, no lo hizo con un sustantivo, sino usando un adjetivo explosivo en exceso. Acaso dije: ¿un hermano pagano? Creo que la etimología de la palabra "pagano" no especifica religión alguna. En realidad, Kim tuvo una religión en su mocedad. Fue satanista.
Cuando yo era niña, acostumbraba a entrar ocultamente en su habitación durante su ausencia con el propósito de ojear rápidamente sus textos de brujería. Corrió el rumor que una vez le falló un hechizo (se olvidó de mezclar la saliva de un gato negro, o el hígado molido de un escuerzo o algo por el estilo) y tuvo que enfrentarse con la ira del diablo, por lo cual nunca más volvió a involucrarse con los hechizos.
Como buenos paganos, mi hermano y Linda se jactaban de su drogadependencia de veinticinco años. Su ritual vespertino consistía en hacer dormir a sus dos chicos, para luego juntos gratificarse con una dosis abu-siva de la substancia prohibida.
Este último demonio había hincado profundamente sus colmillos y garras en sus vidas y no iba a soltar a sus víctimas sin luchar. Durante los tres meses previos a su conversión, el ritual continuó, a pesar de todos los intentos y esfuerzos hechos para detenerlo. Les resultaba muy difícil fumar un cigarrillo y leer la Biblia al mismo tiempo. Los aguafiestas de la duda y la vergüenza, los atormentaban en cada pitada. Pero Dios (amo esas dos palabras) "pero Dios", en el momento propicio, apareció en escena. En un culto, de repente alguien, como emer-giendo de la neblina, se acercó a ellos y oró por su liberación.
Aquella misma noche, de vuelta en la casa, descubrieron que apenas tenían provisión para una fumata más. Luego de dar la última pitada, ambos supieron que nunca más se gratificarían con esto... ¡Y no volvió a repetirse! Dios se llevó una adicción de veinticinco años.
En aquella misma iglesia, ese mismo fin de semana, Linda fue también librada de un prejuicio profundamente enraizado. Despreciaba los indios americanos. Los evitaba a cualquier precio. Lo más gracioso de todo esto es que Linda es una india americana. Estaba avergonzada de su origen, pero esa noche Jesús entró en su secreta teepee (**) y ambos mantuvieron su powwow (***). Fue entonces que la vergüenza que ella sentía por su herencia, desapareció por la chimenea de la teepee.
Volvamos ahora al living de mi hermano... Le pregunté a Linda si creía que iba a ir al cielo. Me aseguré que los dedos de Mr. Duda no estuvieran en sus orejas, para que pudiera oír la respuesta.
...¿Si iré al cielo? ¡Yo, ya estoy ahí!
Aquella fue la respuesta de una mujer que había pasado años de su vida tomando medicamentos antidepresivos y consultando al psicólogo asiduamente. Ahora, simplemente maneaba el gozo del Señor, totalmente libre de drogas, píldoras o médicos.
En nuestro viaje a Canadá, sucedieron incontables maravillas. Una de ellas fue que mi hermano me confesó que me amaba. ¡Gran cosa, pensarán ustedes! Y bien, así fue. Por lo tanto, quédense tranquilos. La última vez que yo recuerde mi hermano expresó sus sentimientos por mí, fue a mi madre. Sucedió a las tres de la madrugada y estaba borracho, idiotizado y furioso. Gritó: "¡Odio a mi hermana y también a su Dios!"
Le dijo eso a mamá porque cuando era chico, se acostaba en la cama aterrorizado (al igual que sus tres hermanitas), orando desesperadamente para que por favor Dios hiciera que papá volviera a casa en paz. Bien, nuestro padre extremadamente violento, escandaloso y alcohólico, jamás regresó tranquilo a casa.
Otra de las maravillas fue ser testigo de su paso por las aguas. Fue entonces, durante el culto bautismal que me encontré de pie detrás de un púlpito, diciendo unas pocas palabras sobre la promesa que Dios me había dado para mi hermano. Leí el versículo en voz alta y me aseguré que Mr. Duda se diera cuenta que la fecha que había anotado era el 5 de abril de 1995.
Génesis 24:53, "Y sacó el criado alhajas de plata, y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca: También dio cosas preciosas a su hermano y a su madre."
La fecha de bautismo de Kim y Linda fue el 5 de abril de 1998.
De regreso en Georgia, rápidamente despachamos a Mr. Duda a su padre, aquél que vive "abajo".
Mientras tanto, me acerqué a hurtadillas al armario de oración y me hice unas gárgaras con colutorio. Después me dirigí a mi Padre, el que mora en las "alturas".
Hubiera deseado tener la humildad y la capacidad de arrepentimiento de Job para comenzar mi oración, diciendo, "Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza" (Job 42.6).
Esto es lo menos que podía decir al Señor, luego de haber dudado de Él como lo hice. Pero siendo lo que soy, un producto terminado del año 1998 después de Cristo y no del año 1520 antes de Cristo, sencillamente me refugié debajo de la alfombra y susurré, desde las honduras de mi corazón, "¡Me lamento Señor por haber dudado de ti y agradezco pues que hayas contestado mi oración!

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