REVISTA
RHEMA
EL
NOS DA SU PODER
Por Julian of Norwich
«Jesús le dijo a la multitud que se había
reunido ante Él cerca del Mar de Galilea: El
reino de los cielos es semejante al grano de
mostaza, que un hombre tomó y sembró en su
campo. El cual a la verdad es la más pequeña de
todas las semillas, pero cuando ha crecido es la
mayor de las hortalizas y se hace árbol..."
(Mateo 13: 31-32)
«Jesús le dijo (a Tomás): ...porque me has
visto, Tomas, creíste; bienaventurados los que
no vieron y creyeron" (Juan 20:29)
Me ha estado preocupando el asunto de los
milagros - el hecho de que algunos oran y son
sanados de sus enfermedades y otros no.
El Señor me reveló estos simples pensamientos
sobre el asunto: es bien sabido que yo realicé
milagros en el pasado. Es verdad que mis obras
son grandes y llenas de maravillas y esplendor.
Muestran lo radiante de mi gloria eterna,
penetrando dentro de tu mundo quebrado, caído y
oscuro.
Lo primero que supe de parte de Él sobre los
milagros es esto: «Lo que hice en el pasado lo
seguiré haciendo, hoy y mañana, como lo hice
antes, y continuaré haciéndolo en el futuro».
Él no ha cambiado. ¡Él no cambiará! También
me hizo saber que "antes de que realice el
milagro debe sobrevenir un estado de confusión y
dolor. Debe haber una prueba".
Por esto comprendí que nuestras pruebas nos
revelan la profunda debilidad de nuestras almas -
todas aquellas cosas sobre las que depositamos
nuestra seguridad, todo aquello que dejamos tomar
el lugar del Señor, debe sernos revelado de
manera que podamos verlas como las pobres cosas
que son y nos volvamos en su lugar, hacia el
Señor. Sólo cuando vemos la debilidad de
nuestra alma y su enfermedad, estamos preparados
para clamar al Señor y recibir Su ayuda y Su
poderosa gracia.
En tercer lugar, Él me mostró que los milagros
suceden después de gran sufrimiento.
Y se me dio a saber que algunos milagros son para
el hombre exterior, a fin de mostrar el gran
poder de Aquel quien creó nuestra carne,
mientras que algunos milagros serán a beneficio
de nuestro hombre interior, porque es en el
hombre interior que está creciendo el reino de
los cielos, pequeño en principio e invisible al
ojo humano, como la explosión de una semilla
dentro de la tierra. Y estos milagros interiores
suceden para revelar el poder del cielo que
sostiene nuestra carne débil y mortal, a fin de
mostrar al mundo el gozo del cielo que levanta
nuestra alma más allá de los dolores del
cuerpo, así como el cielo puede ser revelado en
esta vida, la cual es nada más que una bruma
pasajera.
Todo esto me fue mostrado a fin de fortalecer y
aumentar mi fe y la tuya, y para aumentar nuestra
esperanza en el amor de Dios por nosotros.
Le agrada a Dios que le alabemos como al Dios que
ejecuta aún hoy milagros, ya que Él no quiere,
para nada, que seamos duros de corazón y
afectados por los problemas pequeños y grandes
que sobrevienen a cada uno de nosotros.
Porque las dificultades deben venir siempre antes
de que Dios se revele a nosotros, en vosotros y a
través de nosotros a este mundo.
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