REVISTA RHEMA

RESTRICCIONES DEL AMOR
Por Edward Miller

Hay restricciones en el amor. El amor demanda más que la ley, pero las restricciones del amor no son gravosas.
Muchos divorcios son la consecuencia de la ausencia de amor. Los problemas se pueden enfrentar si el aceite del amor está presente, pero... sin ese aceite, los chillidos que salen de la máquina de la vida son estridentes.
En el evangelio de San Juan 15:12, leemos: "Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros, como yo os he amado."
Si desea saber cuán grande es el "como" citado en nuestro versículo, tome una vara para medir y diríjase al Calvario. ¡Mídalo, si puede!
Hubo muchos conquistadores en este mundo. Hombres que se levantaron con gran reconocimiento y que fueron exaltados por un breve momento. He leído algo en cuanto a la historia del pueblo chino, sus imperios y reinos, sus muchas masacres y su poderío. El mundo conoce muy bien los horrores vivido con los nazis. Sí, los conquistadores son y han sido crueles y malvados en su mayoría.
Jesús vino también a conquistar este mundo. La fuerza que utilizó fue el amor. Él vino para ganar el mundo. Sabía que en los altísimos concilios de la sabiduría, el amor es la fuerza más poderosa. La fuerza del amor no trae destrucción, no así la utilizada por los conquistadores de esta tierra.
Jesús dio a luz un nuevo concepto en cuanto a la conquista del mundo, y lo predicó también.
Un hombre, Mahatma Ghandi, se inspiró en ese concepto, aunque no era muy creyente según nuestra manera de pensar; el dijo: "¡Sí! El mundo se puede conquistar sin fuerza." No conquistó el mundo pero sí liberó a la India.
Leemos en el Libro de 1ra. Juan: Dios es Amor; Dios es Vida;
y Dios es Luz. Esas tres cosas son el pase al reino de Dios.
Piense en esa cosa misteriosa que es el amor, todavía incomprensible en su magnitud; en esa cosa misteriosa que es la luz, que escapa aún a nuestro entendimiento; y la vida, a la cual los científicos retasean grandemente en su comprensión.
Esas tres cosas son la personificación de lo que Dios es. Jesús está diciéndonos: "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado" - hasta la cruz. El habló estas palabras a sus discípulos no a la multitud; a la iglesia, si quiere ponerlo en otras palabras. Esta es la única manera en que el reino de Dios va a establecerse en nuestro medio, cuando este mandamiento se viva.
Cuando el amor de Dios comienza a ser parte de nosotros, conoceremos esa restricción. Será como una cadena en nuestro cuello, que dice no puedes ir aquí o allá; no puede hacer esto o aquello.
Sí, ¡somos libres! "Libre soy y yo sé que yo soy", dice el conocido y muy cantado coro. Muy bien... ¿Libre de qué? ¿Libre de restricción, libre de justicia, libre de verdad, libre de amor? ¿Yo no tengo que obedecer? ¿Es ésta mi libertad?
El reino de Dios comienza a manifestarse cuando permitimos que los grillos del amor nos ciñan. Cuando comenzamos a darnos cuenta de que tenemos que obedecer a Dios; de que tenemos que bendecirlo; de que tenemos que amarlo. No es cuestión de querer o no. Comprendan...no estaremos cumpliendo una ley. Estaremos aplicando el amor. De lo contrario, lo que hagamos no será por amor.
Dios escogió conquistar el mundo por amor. ¿Qué ocurrió? Jesús, el instrumento del amor, fue crucificado.
Existe un reino de tinieblas, contrario al reino de luz. Y en él también podemos destacar tres cosas primordiales: las tinieblas, la muerte y el odio. Cuando damos lugar a una de ellas, nos hacemos parte de ese reino.
Nosotros, la iglesia de Dios, debemos ser diferentes. Si somos nacidos de Dios, del Espíritu Santo, el amor debe estar en nosotros.
¿Qué es este río del que hemos hablado y visto fluir durante estos meses? Es el amor de Dios fluyendo a través del Espíritu Santo; nada más ni nada menos.
¿Se puede gozar de la bendición que este río trae y no sentir los grillos del amor sobre la vida? Sí así no es, entonces, será un insulto a Dios, una burla. Si lo amo acataré sus mandamientos.
¡Qué bien destaca su Palabra el orden de Dios! Si amo... entonces, acataré sus mandamientos.
Si piensa que puede ser libre como el mundo y pertenecer a la iglesia, obviamente no ama a Dios. No es parte del reino de amor. Tengo que estar listo para sacrificar mi vida; no importa lo que cueste. De lo contrario, se estará engañando.
Debemos entender que Cristo es Rey. Yo no voy a hacerlo rey, ni voy a coronarlo. ¡El es rey! Su Padre lo ha hecho rey sobre todo, aún sus enemigos. El es glorioso y muy poderoso. Pero gracias que también es un rey de amor, sino pobre de usted y de mí.
¿Pero... su paciencia hasta dónde llega?
Yo sé que en el tiempo de Noé su paciencia con la humanidad se terminó; y la población se terminó también.
Mi objetivo hoy es meditar en el amor de Dios que constriñe. No el temor... ni su castigo. El amor que constriñe.
El libro de Romanos capítulo 5, dice que el amor de Dios es derramado en nuestros corazón por el Espíritu Santo. Si tengo el Espíritu Santo, si gozo de ese Espíritu Santo, entonces, Él está buscando derramar su amor en mí, para que empiece a practicar esa otra vida que Él me ofrece. Si en nosotros hay un nueva creación, nacidos del Espíritu de Dios, del Espíritu de amor, somos parte de su reino, nacidos para practicar sus mandamientos.
Pablo escribe en Romanos, que no necesitamos de la ley si ese amor nos constriñe.
Dijimos que hay un reino y hay un rey. Yo amo a ese Rey. Mi corazón le pertenece y puede pedirme lo que quiera que se lo daré. ¿Lo ama usted? ¿Dónde están los grillos? ¿Dónde están las demandas?
Hay demandas, hay responsabilidades, porque también hay una cruz. Él sabe de los grillos, sabe de las cadenas. Lo llevaron como cordero al matadero. Lo crucificaron porque me amó. ¡Eso es amor!
He dicho esto antes, yo trabajaba en una chacra cuando era jovencito. Hice muchos errores en la chacra; qué importaba, eso nadie los veía. Al día siguiente de entregsr mi vida a sus pies, dije: "Tú eres mi rey de aquí en adelante". Fui a trabajar como de costumbre, estaba arando, la huella no era pareja como debía ser, parte del terreno quedó sin arar. Dentro de mí sentí: "¡Eso no está arado!" Aparentemente no importaba, nadie lo vería. "¡Eso no está arado!", insistió el Espíritu. Tuve que volver tras lo hecho y hacer correctamente mi trabajo.
Recuerdo otra ocasión, lo estúpido que me sentí cuando estaba plantando semillas de pepinos. Me dijeron que pusiera 7 semillas en cada lugar. Yo pensé: "¡Más fácil es un puñado aproximado de semillas! Finalmente creí haber concluido el trabajo. Fue entonces cuando escuché su corrección: "¡Siete!" Qué importaba, crecerían de igual manera; eso es lo que yo pensaba. "¡Siete fueron mis órdenes!", nuevamente el llamado de atención. Tuve que regresar como un tonto, sacar y poner las siete semillas en cada lugar.
Sí, ¡Él es rey! Amo a ese rey y por amor puedo hacer lo que me pida.
Dios viene a buscar y conquistar su corazón, el del mundo, no con fuerza ni con látigo... con amor. Nos ama mucho, hasta la cruz.
El amor es más fuerte que el odio.
La vida es más fuerte que la muerte.
La luz es más fuerte que las tinieblas
Jesús con el amor del Padre y por amor al Padre, vino a conquistar este mundo vil y miserable. Vino a conquistarlo a usted y a mí.

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