REVISTA RHEMA |
UNA VISITACION DE LO ALTO
Uno de los testigos presenciales del obrar de Dios en medio del estudiantado del
Instituto Bíblico Peniel, durante el año lectivo 1999, nos relata esta visitación de lo
alto.
Luego de meses de enseñanza acerca del Espíritu Santo, tomando como base el libro de
los Hechos de los Apóstoles, el día 19 de octubre en la reunión devocional de la
mañana, la Tercera Persona de la Trinidad, comenzó a visitar a un grupo de jóvenes
seminaristas, bautizándolos en el Espíritu con manifestación de risa santa, lenguas
celestiales e idiomas terrenales. Para la gran mayoría, fue la primera vez que
experimentaron la llenura del Santo Espíritu, lo cual causó una conmoción en sus vidas.
Dios había enviado al Consolador para librarlos de sus ataduras, sanar sus almas de las
heridas del pasado y, literalmente, "sumergirlos" en su río de vida y gozo.
Esta visitación tomó la apariencia de un río, del cual muchos estudiantes dieron
testimonio de haber visto con sus ojos espirituales, abiertos al mundo invisible por
primera vez. Entrando en esas aguas , como cita el profeta Ezequiel en el capitulo 47,
pudieron nadar, bucear en las profundidades insondables del ámbito celestial, y recibir
vida, gozo, paz, limpieza, restauración, perdón. Con una fe sencilla y poderosa como
niños, "Porque de los tales es el Reino de los Cielos", recibieron y gozaron
este don enviado de los cielos.
La atmósfera del lugar cambió. No fue necesario ya más recordar los horarios de
reunión, los jóvenes se autoconvocaban en la Capilla del Seminario en cualquier momento
libre del día, con hambre y sed del fluir del Espíritu. Las reuniones comenzaban por sí
mismas, sin esperar que alguien las inicie, y pronto todos se hallaban bajo el poder de
Dios, sumergidos en el río de Dios, clamando, llorando y riendo; profetizando algunos y
otros interpretando las diversas lenguas que el Espíritu daba que hablasen. Las clases se
interrumpieron, dado que " El Gran Maestro" en persona tomó todos los horarios
y, cada día más y más de sus secretos fueron revelados a nosotros.
Sería ardua tarea citar cada visión, cada palabra que vino de lo Alto; cada profecía,
cada sanidad, cada liberación, multiplicada por la cantidad de los allí presentes, pero
algunos de estos testimonios entre los tantos recogidos desde aquel día hasta hoy, serán
una muestra de la vida derramada por el Espíritu Santo.
El río de vida está fluyendo. Dios nos dijo que fue enviado para que "corra",
no para que se estanque en una iglesia o denominación, para que la vida fluya hacia todos
aquellos sedientos que deseen "venir a las aguas".
Pablo D Anibaldi
Coordinador Seminario Peniel 2.000