REVISTA RHEMA

AQUELLA JOYA PERDIDA DE LA ADORACION
Por W. Tozer

Dios es espíritu y aquellos que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Sólo el Espíritu Santo puede permitir que un hombre caído adore a Dios aceptablemente. Con respecto a ello, solamente el Espíritu Santo puede orar aceptablemente; sólo él puede hacer algo, aceptablemente.
El Hombre fue creado para adorar a Dios. Dios le dio un arpa y dijo, "he aquí que de todas las criaturas que hice y cree, al hombre le di el arpa más grande... puede adorarme como ninguna otra criatura puede hacerlo." Y cuando pecó, el hombre asió el instrumento y lo arrojó al fango.
¿Por qué vino el Cristo? El vino para poder construir adoradores de los hijos de rebelión. Para eso fuimos creados. El acto de adorar es el ministerio normal de los seres espirituales. El exaltar a Dios es una obligación moral; la adoración es la joya extraviada del evangelismo moderno.
Quiero aclarar la etimología del verbo "adorar." Y aquí es que me pongo dogmático; este verbo significa sentir algo de corazón. Una persona exclusivamente impregnada de formalidad, que no siente nada, no puede entrar en adoración.
También quiere decir: expresar de manera adecuada lo que uno siente. ¿Y qué es lo que hay que expresar? Un humilde y delicioso sentido de asombro admirable y de prodigio sorprendente. Poder adorar a Dios es algo maravilloso, pero asimismo, humillante.

La Admiración

¿Ahora bien, qué factores encontrarán ustedes en el acto de adorar? En primer término, existe una confianza infinita. No pueden adorar a un ser en quién no confían. Luego aparece el factor admiración... es decir, el reconocimiento de la excelencia de Dios. La fascinación es otro elemento activo en el acto de adoración auténtico; poder sentir una emoción espiritual plena; ser cautivados y encantados y subyugados por quién Dios es, y quedar fulminados por sus maravillas, ante la inconcebible elevación y la magnitud y el esplendor del Todopoderoso Dios. Entonces, el próximo paso es la adoración; adorarlo con todo el poder que tenemos; adorar al Señor con temor y hasta el asombro, con anhelo y respeto temeroso. A veces, esto nos llevará a ese silencio que nos dejará sin aliento.

El Evangelio Moderrno

El Dios del evangélico moderno, rara vez asombra a alguien. Se las arregla muy bien para guardar los estatutos que jamás transgrede. Se trata de un Dios de muy buenos modales, denominacional y muy hecho a nuestra imagen y semejanza. Y, le pedimos ayuda cuando tenemos problemas y, nos tornamos a Él para que nos cuide mientras dormimos.
El Dios del evangélico moderno no es un Dios a quien yo le tenga mucho respeto. Pero cuando el Espíritu Santo nos lo muestra tal cual es Él, terminamos por admirarlo con asombro y alegría.
El acto de adorarlo, o no, dependerá del concepto que tengamos de Dios; es por ello que yo desconfío de esos vaqueros convertidos a medias, que se refieren a Dios como "al hombre de allá arriba." No creo que lo adoren para nada porque su concepto de Dios no es digno ni de Él ni de ellos.
La enfermedad horrible que existe en la iglesia de Cristo, es que no vemos su grandeza. Estamos demasiado familiarizados con Él.
La adoración es pura o despreciable según la recreación del adorador; es decir que sus pensamientos sean elevados o superficiales. Nos guiamos por una ley secreta del alma que genera en nosotros una imagen mental de Dios.
En primer término estamos aquí para adorar a Dios y luego para convertirnos en sus obreros.
Tomamos un converso y de inmediato pretendemos transformarlo en un obrero. El plan de Dios no es ese. El Señor quiere que el converso llegue a ser un adorador, y que después aprenda cómo ser un obrero. El trabajo que hace un adorador contendrá eternidad.
La labor que no emana de la fuente de adoración es de carácter trivial y será sólo madera, paja y rastrojo en el día que sean juzgadas las obras de los hombres.

La Encantadora Fragancia del Amor

Raras veces hallamos a alguien resplandeciente de amor personal por Cristo. Este amor es un aroma espiritual que comúnmente se detecta en las vestiduras de los santos. La lista de santos aromáticos es larga. Incluye a hombres y mujeres de todo tipo de formación teológica, dentro de los límites de la fe cristiana ortodoxa. Este amor resplandeciente por Cristo es para mí una comprobación de fe auténtica; una prueba legítima de participación en la iglesia universal.

 

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