REVISTA RHEMA
LOS CANTORES JUNTO AL MAR
Por Alexander Maclaren
Cristo nos salva del animal que habita en nuestro interior por su mansedumbre y bondad.
Si realmente están dispuestos a vencer lo peor que hay en la persona humana, y tener
alguna participación en aquella canción de triunfo en el tiempo del fin, yo creo con
todo mi corazón que la única forma de lograrlo es encomendándose a Él, que
"prepara nuestras manos para la guerra y nuestros dedos para pelear."
Cuándo Jesús dijo, "pero confiad, yo he vencido al mundo," quiso significar
que compartirá esa victoria con nosotros, ha vencido al mundo, y también sobre nuestra
fe. A través de su fe, estaremos unidos a Jesús, participando en consecuencia de su
poder victorioso, y, por lo tanto, seremos más que vencedores por medio de Aquél que nos
amó. Quiero suplicarles que peleen al amparo del mismo líder y con las mismas armas de
los miembros del coro triunfal, o la bestia tomará posesión de sus vidas.
En Pie en el Mar de Vidrio
Por supuesto, la cita de este relato en el libro de Éxodo y lo apropiado de la imagen,
hacen suponer que quienes están en pie en el mar de vidrio no fueron descriptos como si
tuvieran los pies plantados sobre su tranquila superficie, sino que los términos en pie
en este sentido, significan que en realidad ocupaban una posición más elevada o junto al
mar, en playa segura, con el mar de vidrio extendiéndose frente a ellos.
Este mar de vidrio, junto al que los cantores victoriosos permanecían, aparece
anteriormente en el relato apocalíptico, en el capítulo 4: 6, "y delante del trono
había una especie de mar semejante al cristal..." un mar plácido que yacía frente
al trono divino. Representa una metáfora muy natural, el conjunto de los tratos divinos
para con los hombres; en cuya superficie plácida, podría decirse, como en un grande y
brillante espejo, el trono de Dios y el Cordero que está sentado, se ven en cierto grado
reflejadas contundentes imágenes. Uno de los Salmos contiene una idea similar, cuando
dice, "En el mar fue tu camino, Y tus sendas en las muchas aguas; y tus pisadas no
fueron conocidas." (77:19) Otro Salmo se hace eco de este pensamiento al expresar,
"tus juicios son, abismo grande." (36:6). Uno de los apóstoles, Pablo, en su
Epístola a los Romanos 11:33, cierra el tema de discusión relativo al Reino de Dios
con... "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría de Dios! ¡Cuán
insondables son tus caminos!" De esta manera, supongo, podemos estimar que depende de
la analogía de la Escritura, como también de la propiedad del simbolismo, si observamos,
en este mar de vidrio mezclado con fuego, una alegoría acerca de la totalidad de los
tratos de Dios para con el hombre, a través de la cual son siempre y anónimamente
disparados.
La totalidad del símbolo lleva implícitos pensamientos grandes y preciosos. Se trata de
un mar transparente. Un mar profundo, pero no oscuro; su profundidad es realmente
traslúcida y cuando la visión fracasa, no es porque exista algo velado allí, sino
porque nuestra vista es débil. Observé un mar similar, sin manchas de fango o de
suciedad y sin algas en sus márgenes, pudiendo ascender y descender sobre los
acantilados. Así es el mar de vidrio, puro y claro... "Justos y verdaderos son tus
caminos." Sabemos los motivos y propósitos; nacen de su amor; y el objetivo
principal es perfeccionar al hombre. Si de alguna manera nos resulta difícil sostener
esta creencia con respecto al origen del proceso dado su complejidad, o vislumbrar la
finalidad de sus propósitos, según el salmo que ya cité, deberemos unir dos ideas:
"En el mar fue tu camino" y "en el santuario fue tu camino."
Nuevamente, el mar de vidrio puede vislumbrarse tranquilo y estable. Para nosotros,
sacudiendo sus olas, es bastante tempestuoso. Para los cantores, que lo contemplan desde
un plano elevado, está liso como un llano acuoso; un mar de vidrio. Aquél mar de vidrio
fue salpicado con fuego. Necesariamente, los juicios de Dios son a veces punitivos,
merecidos, destructivos, pero quienes están de acuerdo con el Cordero y se libraron del
dominio de la bestia, en la medida que lo hicieron, incluso aquí y ahora, verán en ellos
la misericordia del Señor, aún cuando castiga. (Salmos 17:7/26:3)
A continuación, quiero desarrollar el último punto o idea que compete al coro triunfal
que aparece en el libro del Apocalipsis.
La Canción
Quiero simplemente llamar su atención sobre la idea central. Estos cantores permanecen,
como Míriam y su grupo de mujeres con los panderos, en costa segura. Mientras contemplan
las plácidas aguas que enterraron al faraón y a sus jinetes, elevan su himno de
adoración, a causa del efecto de los juicios destructivos que los emanciparon. La esencia
de su canción es esta - que los tratos de Dios para con el hombre representados por el
cristal transparente y los rayos ardientes - comparablemente, son el resultado de su justo
amor, y guardan la intención de que lo conozcamos y adoremos; "... con tremendas
cosas nos responderás tú en justicia, Oh Dios de nuestra salvación" (Salmo 65:5)
Aunque pasen cosas terribles en nuestras vidas o en el mundo, si estamos casados con
Jesús el Cristo, el resultado será provechoso constantemente, ahora y en el porvenir y,
habrá ocasión para darle gracias, para alabarle a través del conocimiento claro del
Carácter Divino, postrándonos humildemente a sus pies.
En Proverbios 11:10, leemos: "Más cuando los impíos perecen hay fiesta." Y
cuando Dios, como sucede con frecuencia, aparece y convierte en polvo alguna institución
que fuera causa de perdición para el género humano, los hombres tienen que regocijarse,
y, más allá de su sentimiento de compasión, comprender que Dios hizo algo poderoso por
misericordia, aunque esa misericordia venga encubierta por la ira. No existe absolutamente
nada de sentimentalismo frágil sobre la idea de Dios, tan característico en las teorías
humanas, en las Escrituras del Nuevo Testamento. Él es el Dios de Amor, pero muchas veces
ese amor debe aprontar su brazo para golpear, y afilar su lanza para matar, y debemos
recordar que esto es realmente axiomático en nuestras vidas.
La síntesis aparece en Juan capítulo 18 y versículo 11: "la copa que mi Padre me
ha dado, ¿no le he de beber?"
Luego, podremos permanecer como los cantores y arpistas junto al mar de vidrio, para poder
adorarle y alabarle por las tribulaciones pasadas, por nuestras pérdidas y dolores, y por
todo el camino que el Señor nos llevó a recorrer por misericordia.
El Cordero, nos librará de la bestia que hay en nosotros, quitará el yugo de nuestros
hombros y sembrará canción nueva en nuestras bocas para alabanza de su Nombre; para
bendecir eternamente al Señor del pacto, que no libró del número de la bestia.
REGRESAR AL INDICE RHEMA |