REVISTA RHEMA

LA CASA DEL ALFARERO
Por Ricardo Budetta

 

Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo:
Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.
Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda.
Y la vasija de barro que él hacía, se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
Entonces vino a mí palabra de Jehová diciendo:
¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí, que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. Jeremías 18:1-6.

El barro es maleable, pero si conserva la humedad, comienza a desdibujarse rápidamente.
Los científicos opinan que cuando el agua se evapora, el residual es arenoso. Es tarea difícil edificar algo sobre la arena y lograr que perdure.
Dios dice que somos como barro en la mano del alfarero eterno. Una alusión hermosa.
Jeremías recibió una indicación clara de Dios: "levántate y vete a casa del alfarero y allí te haré oír mis palabras". El profeta obedeció y fue a verlo. Cuando llegó se anunció, tal vez diciendo: ¡Hola, aquí estoy, hermano obrero del barro!"

LA VISITACION
Si un profeta nos visita, dejamos todo lo que estamos haciendo en la casa para escucharlo. Sin embargo, el alfarero frente a la presencia de Jeremías, solamente levantó la vista, para luego continuar trabajando. Sabía que Jeremías estaba observándolo, había llegado la inspección; obviamente, una situación muy incómoda para cualquier trabajador. Finalmente, la vasija se echó a perder en su mano y el alfarero tuvo que volver a empezar. No desechó el material, sino que lo transformó.

DEL MONTE al VALLE

Con respecto al profeta, él debió descender del lugar alto, del templo, para ir a buscar palabra al valle, donde residía un simple trabajador y donde la ornamentación no era de oro, sino de joyas echas de barro. El profeta Jeremías estaba cerca de Dios y si el Señor habló, era porque también estaba presente en aquella humilde casa.
A pesar de la circunstancia, aquel alfarero continuó trabajando e hizo la vasija otra vez y lo logró, pues cumplió el propósito para el cual fue preparado durante toda su vida. Pero Dios le mostró dos cosas, "que ser imperfecto es posible y que podía usar los escombros para volver a empezar." No se trataba de un improvisador, sino de un creativo, que tenía el claro propósito de lograr una vasija perfecta. Dios comenzó la tarea de transformación a través de aquellas manos haciendo una nueva vasija...
Por la unción que había en aquel lugar, Dios hablaba en el lugar del sacrificio; lo que alguna vez fuera una casa como tantas otras, se convirtió en un templo, con la visita de Jeremías y de Dios. No era la casa lujosa de los orfebres, no era la casa del alguien importante, tampoco la de quienes están junto al profeta y menos aún de la carpa de Moisés. Sin embargo, el barro se deshizo en sus manos y tuvo que darle una forma distinta.

LA REPARACION del ERROR

Hermanos, Dios descendió a un lugar humilde, vino a las manos hacedoras del barro, para expresarse a través de ellas; a aquellas manos que jamás estaban limpias; descendió a una casa donde lo primero que saltó a la vista, fue un error, pero el alfarero no era un improvisador sino un profesional de las formas. No lloró; tampoco se desanimó, sino que volvió a empezar y terminó su tarea... " la hizo una vasija nueva", en lugar de quejarse.
Esta es una alegoría; cuando Dios nos da palabra profética, cuando su Presencia viene, es para tratar nuestro carácter.
Es cierto, luego de ese proceso, ya no era el mismo alfarero, porque se plantó en lo que realmente conocía, se concentró en lo suyo y dijo: "Yo voy a hacer lo que sé hacer y volveré a empezar"; en ese pequeño detalle, su carácter fue cambiado.
Hermanos, sigan girando la rueda, no importa si algunas cosas se rompen, no importa si alguien observa, porque si Dios está presente, en consecuencia, también recibirán una visitación. Si la vasija se rompe, sigan girando la rueda, pues habrá una segunda y por qué no, una tercera oportunidad.
Pueden bendecir al profeta, no por que vino para comprar una vasija, sino porque vino para recibir palabra y en cambio, obtuvo bendición porque el alfarero estaba presente.
BENDICION más UNION
Hermanos, todos somos necesarios en esta cadena de las manifestaciones de Dios; sí, nos necesitamos unos a otros y dependemos del siguiente eslabón, en el cuerpo de Cristo que es la iglesia.
El alfarero dedicó su vida entera para perfeccionarse en su oficio, para que Dios viniera; Él finalmente, vino.
Mientras tanto, sigan conmigo girando la rueda; sigamos unidos, pues la visitación de Dios nos tocará.

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